Lecheria

*Volvi al interior al escuchar un hola y las campanillas de la entrada, encontrandome con Opheli a quien le sonrei ampliamente*

-Hola de nuevo

*Le salude yendo de nuevo al meson para poder ver que era lo que habia traido*

-Si, iba a hacerlo ahora que regreso Gabrielle, pero se enojo conmigo y mejor se fue ella a hacer las cosas

*Le conteste dando un suspiro con pesadez, pero luego sonrei de nuevo*

-Las encontraste

*Exclame con tranquilidad tomandolas cuando me las paso*

*Fruncí el entrecejo como unico gesto por la explicación que me daba por no haber repuesto los estantes.
No me hacía gracia que ella estuviera aquí ahora porque de verdad no quería encontrarmela.*

-Si, te quedan?

*No sabía la altura correcta, pero si le quedaban altas las podía cortar un poco, con tal que eran solo de madera y mientras fueran soporte no importaba mucho.*

-Prueba. Sino las rebajo un poco del extremo y ya

-Si me quedan?
No son las mias?

*Pregunte curiosa mirando las muletas y luego probandolas, me quedaban mas grandes y no me permitian apoyar adecuadamente*

*Alcé una ceja y me sonreí con suficiencia.*

-Tuyas?
Las tuyas tenían tu nombre?
Porque sino, cualquiera podrían ser las tuyas

*Me reí al notar que le quedaban altas.*

-Eso se arregla con nada. Prestamelas un segundo.

*Estiré mi mano para que me pasara una de ellas. La cortaría y fin del problema*

-Pero las mias me quedaban a la medida

*Le contradije mirandole con los ojos entrecerrados, pero devolviendole las muletas*

-Deberias devolverlas, alguien mas las necesita

*No queria que se fueran a quedar sin su facilidad para moverse*

-Adónde exactamente?

*Me encogí de hombros. No las iba a devolver. Me había dado el trabajo de conseguirlas y ahora quería que las devolviera?*

-Tsk... podrías agradecer siquiera

*Me hice el ofendido tomando la muleta de un tirón, aunque no bruscamente, pero si sentido, y salí afuera a buscar una sierra.*

-Gracias

*Le dije sonriendole mientras le miraba irse con las muletas, porque esperaba que las devolviera.
Me quede mirando el meson y la tienda, faltaban muchas cosas asi que me puse a ver que podia hacer para empezar a completar de nuevo la tienda*

*En el patio de atrás no tardé mucho en encontrar una sierra que me iba a servir para cortar las muletas.
Solo un poco iba a estar bien, aunque para comprobarlo me erguí y me probé yo las muletas con mi altura. Karen era un poco mas bajita, aunque no tanto, así que con unos centímetros menos estaría perfecto.
Me puse a acerrar y como la madera estaba seca y no era muy resistente, acabé de prisa, entonces regresé adentro.*

-Aquí, ten.
Prueba ahora. Si te quedan todavía grandes las corto un poco más

*No habia logrado hacer nada cuando de nuevo las campanillas sonaron y vi de nuevo a Opheli con las muletas, arque una ceja y me sonrei tomando las muletas de nuevo*

-Bien

*Dije empezando a medirlas de nuevo, esta vez ya quedandome completamente bien*

-Gracias, ya quedo

-Que bueno.

*Sonreí de medio lado cuando recibí su confirmación y asentí.*

-Bueno, como gabrielle ya está aquí supongo que ya no necesitas de mi, así que voy a ir a la ciudad un rato.

*Pasaría la noche aquí y quizás mañana iría a buscar a ese sujeto del que todos hablaban.*

-Por cierto, mañana trabajas?

-Porque no te quedas un poco mas?

*Pregunte, quiza me pudiera ayudar con Gabrielle cuando volviera, asi al menos no se enojaria tanto*

-Trabajo todos los dias

*Al menos asi lo habiamos hecho, porque solo siendo nosotras dos teniamos que sacar la tienda a adelante a pesar de que gabrielle me veia solo como una holgazana, procuraba siempre ayudarle en lo posible*

-Lo menos que quiero es encontrarme con tu amiga.

*Conteste con ironía, pues ella lo sabía mejor que nadie que la otra niña no me pasaba ni yo la pasaba a ella.
Frunci el ceño ante su respuesta aburrida y me encogí de hombros.*

-Vaaaale.
Nos vemos por ahí.

*Me gire rodando los ojos.
Era tan aburrida siempre trabajando, todos los días preocupándose de esa tontería de negocio sin tomar tiempo para divertirse siquiera.
A decir verdad, Karen se estaba volvieron do igual de aburrida que Gabrielle, quizás por estar mucho tiempo juntas.
Y pensándolo bien, así como andaba iba a ser un verdadero estorbo para mi aventura y busqueda.
No quería estarme retrasando o ralentizando el paso por esperarla, y escucharla todo el día decir que la lechería, que el trabajo y que Gabrielle, como siempre de andaba quejando de todo.*

-Chau.

*Le dije haciéndole un gesto de despedida con la mano.
Había obtenido un buen gajo de su parte. Todas esas cosas que me regalo de la tienda iban a ser sin duda de ayuda para mi viaje.*

-Bueno

*Acepte dando un suspiro resignada, en el orfanato era facil salir a divertirnos porque aunque no quisiera Gabrielle podia ir con nosotros y divertirnos los tres, pero ahora teniamos la responsabilidad de la lecheria aun cuando Gabrielle creyera que yo no hacia nada para ayudarle*

-Que te vaya bien

*Le despedi, no me agradaba quedarle mal a nadie, pero ya habia dejado la lecheria para dar una vuelta con el, sin embargo ahora tenia que al menos ayudar un poco a Gabrielle para compensarle de alguna manera haber cerrado la lecheria.
Me sente de nuevo en la silla junto al meson, esperando que mas gente viniera o Gabrielle terminara para surtir la tienda*

*Después de que Opheli se fuera vinieron Clientes esporádicamente asi que me puse a limpiar toda la tienda apoyándome de mis muletas para moverme un poco mas, Gabrielle no regreso pronto y quizá era porque no quería verme después de la enojada que se había dado, di un suspiro al recordarlo y me quede viendo el piso mientras trapeaba.
Deje todo limpio y fui a tirar el agua a la calle antes de volver y guardar las cosas que había usado, me asome al patio de atrás y vía Gabrielle aun con las vacas, iba a esperar a que volviera a entrar y no dejar la tienda sola*

*Accabé de ordeñar una buena cantidad para hacer el queso de modo que entré en la bodega de los quesos para prepararlo ybdejarlo reposar.
Ya no me sentía molesta, sino triste y sola.
Últimamente había sido una constante en mi, esa sensación de soledad. Había días en que me sentía cansada y me daban ganas de rendirme y dejar de atender la lechería y hacer como Karen hacia muchas veces, esforzarme al mínimo... Pero si dejaba de esforzarme no tendríamos dinero, y si no había dinero no tendríamos medios para vivir.
Por eso continuaba haciendo todo a pesar de que me pesaba todos los dias más que el anterior. Más que mal, había aprendido a ser perseverante desde muy pequeña, cuando los piratas me secuestraron.
No me gustaba recordar esos años ni los siguientes. Ellos endurecieron mi personalidad, transformaron mi infancia convirtiéndome en una mujer violenta y prematuramente, demasiado para cualquiera. Me hicieron lo que era cuando conocí a Karen. Una niña que intentaba enfrentar el mundo por si misma, pero seguía siendo una niña, y necesitaba de otros para cuidarme y darme seguridad como todos los demás.
Enfrente la muerte de mi padre por manos de mi amigo... Enfrente el suicidio de mi madre y luego aquellos años terribles encerrada en el orfanato. Soporté las burlas y humillaciones de las religiosas que se dieron cuenta de mi condición como mujer. Soporté los maltratos, supuestos castigos de Dios por haber perdido mi doncellez. Porque tenía que ser yo castigada por eso? No tendría Dios que haber castigado a los hombres que lo provocaron? Pero yo era a quien azotaron y encerraron. Quisieron obligarme a ponerme el hábito.... Pero escapamos antes, por fortuna.
En mi vida quería servir a un Dios que castigaba a la víctima mas bien que al victimario, que permitía que una niña a edad temprana soportara los horrores de la vida adulta.
Así que, cuando tenía 14 años, llegamos aquí, a la lechería de la abuela que tan tiernamente me cuidó en el peor momento de mi vida. Ella me salvó, ella y sólo ella comprendía lo que yo había pasado.
Cuando ella murió me dejó a cargo de este lugar, y desde entonces me encargaba de sustentarlo junto con Karen.

El queso quedó perfecto luego de mezclarlo uniformemente de modo que lo deje reposar en porciones de diferentes tamaños para que cuajara. Luego de eso comencé a batir la mantequilla.*

*La tarde siguió pasando y Gabrielle seguía ocupada haciendo las cosas para el día siguiente, me levante del banquito para ir a ver si alguien mas podría venir, pero a pesar de que había gente en la calle nadie mas se acerco.
Di un suspiro y pensé en Gabrielle haciendo todo el trabajo allá atrás, quería ayudarla a demás de hacer las entregas pero yo no sabia hacer nada de lo que ella y jamás le había pedido que me enseñara porque no me gustaba equivocarme y que terminara regañando como por cualquier otra cosa, como hacia desde que nos conocíamos.
Aun así me gustaba estar con ella e intentaba ayudarla en todo lo que pudiera aunque nunca parecía suficiente, regrese al interior de la lechería y cerré la puerta, dudaba que alguien viniera más tarde, asi que con el apoyo de las muletas fue que empece a ir al patio a buscar a Gabrielle.
Quería hablar con ella y esperaba que ahora si se encontrará de ánimo para conversar aunque no estaba segura de que iba a decirle aun asi me acerque al espacio donde solía preparar los quesos y me recargue en el marco de la puerta.*

-Te puedo ayudar en algo?

*Pregunte viéndola trabajar rancho duro como cada día, antes de salir yo a hacer las reparticiones del día, pero ahora me había tocado estar aquí y lamentaba que por mi culpa ella tuviera que hacer estas cosas en lugar de descansar, pues sabia que tan largo era recorrer la isla y dejar los pedidos, para luego tener que venir a terminar el trabajo que había dejado pendiente*

-Tambien puedes perdonarme?

*Ni siquiera sabia si me iba a contestar pero al menos quería intentarlo*

*Con mi brazo giraba la manopla de la batidora mecánica que, igual como funcionaba un molino de trigo, iba batiendo la leche que ya casi llegaba a su punto de mantequilla.
Eran varias horas de batido y estaba cansada, pero no podía detenerme.
Levanté la mirada cuando oí a Karen y solo la miré por un instante para luego negar con la cabeza.
No podía pedirle ayuda por como estaba con su pierna lastimada, no iba a poder estar de pie ni hacer fuerza, además de que era una debilucha. No podía mandarla a hacer los pedidos porque tendría que caminar, ni a ordeñar porque tenía que agacharse y le haría daño.*

-Lavaste ya las botellas para mañana?

*Es lo que le había dejado adentro para que hiciera. Más allá no creía conveniente de que hiciera más cosas, aunque en realidad nunca las hacía.
Enarqué una ceja al oírla otra vez y detuve el batido, irguiendome para mirarla esta vez de frente.*

-Qué quieres decir con eso.

*Pregunté con seriedad aún el ceño fruncido*

*Esperaba que me dijera algo, pero solo nego con la cabeza y crei que seguia enojada por lo que solo baje la mirada, con intencion de irme si ella seguia igual de seria, sin embargo a su pregunta levante la mirada y asenti*

-Ya estan limpias, igual que toda la tienda

*Habia batallado al final pero todo estaba limpio como a ella le gustaba que estuviera*

-A que me perdones por hacerte enojar, por no ser tan responsable como deberia y causarte mas problemas, a comparacion con la ayuda que te doy

*Le dije mirandola por lo bajo porque no queria que se fuera a enojar de nuevo*

-Bien...

*Seguí batiendo y aún así escuché lo que dijo a continuación.*

-No me gusta que me traten de engañar. No me gusta que crean que soy estúpida y no me doy cuenta de las cosas que pasan a mi al rededor.
Tengo un ojo en el corazón, sabes? Me permite ver las mentiras y los engaños...

*Había aprendido con la práctica a reconocer las mentiras y cuando cualquiera intentaba ocultarme algo, o decía cosas demás.
Por eso no me tragaba los chismes ni los cuentos de otras personas.*

-Soy honesta con todos y espero nada menos y nada más que la verdad cuando me hablan...

-No quiero engañarte o al menos no lo intento realmente

*Dije mirandole nuevamente, solo era mala al hablar y siempre salian mas cosas de mi boca de las que realmente queria decir y siempre me malentendia*

-De acuerdo

*No iba a discutir eso con ella, sino le podia decir la verdad entonces quiza fuera mejor que no dijera nada*

-Si no, entonces que.

*Dije mordiendome la lengua para no comenzar a pelear de nuevo con ella.*

-Se que no te caigo bien, se que no me consideras amiga tuya y que si fuera por ti no estuvieras conmigo. Se que estas aquí solo porque no tienes otro sitio donde ir y lo acepto, porque ... porque...

*Seguí girando la manilla de la mantequilla con aún más fuerza en vez de levantar la mirada*

-... se que si te fueras por ti sola estarías en peligro por solo dar un paso lejos de casa sin mi.

*Mi orgullo me impedía decir que ella era la única persona a la que realmente tenía aprecio, que no sabía cómo expresar mi preocupación ni mi cariño... nunca aprendí*

-Está bien que te quedes... quiero que te quedes pero debes ayudarme y alejarte del peligro.
Aléjate de los cuchillos y de las prensas, aléjate de las patas de los caballos y de las cornamentas de las cabras. De los hombres armados y sus... estúpidas cuchillas que te harán daño...

*Entonces dejé de batir y me levanté, dandole la espalda a Karen porque sentía que mis ojos se llenaban de lágrimas de nuevo.*

-No tengo dinero para estar pagando un médico para ti cada vez que se te ocurra. Así que no andes... siendo descuidada todo el tiempo...

*Dije con la voz quebrada y me mordí un dedo para quitarme esa tonta sensación de la garganta.*

*Me tomo por sorpresa que me empezara a decir esas cosas ya que ella era de las que no decia nada que no fuera solo para regañarme, me senti mal por eso pero ella no tenia razon en muchas cosas*

-Te equivocas.
Tu me agradas y si te considero mi amiga a pesar de que la mayor parte del tiempo me regañas o me tratas mal, en realidad me he acostumbrado porque se que asi eres tu, ademas jamas te dejaria a menos que tu me corrieras

*Empece a decirle con tranquilidad mientras la miraba desde atras, a pesar de que nunca me dio la cara sabia que estaba enojada conmigo como siempre que le causaba molestias*

-No puedo alejarme de ello, porque es la unica manera que tengo de protegerte.
No tienes que pagar nada, en cuanto mejore buscare otro trabajo extra despues de ayudarte, asi no tendras que preocuparte de perder el dinero que tanto te esfuerzas en gana para mantenernos

*Ella no tenia que cargar con mis problemas, yo sabia cuidarme o al menos lo intentaba lo mejor que podia y ella no tenia que preocuparse por eso, menos ahora que estabamos teniendo problemas con el dinero*

-Tu protegerme?
Pff!
Yo puedo cuidarme sola.

*Dije como si me riera aunque me estaba secando las lágrimas de los ojos antes de siquiera voltearme a ella.*

-En vez de buscar otro trabajo, mejor haz bien el que ya tienes. Si no te esfuerzas no vives... es como vivimos los desfortunados en este mundo.

*Le reclamé llevandome la mano a mi hombro y acomodandolo bien. Dolía, pero se iba a pasar. Tenía que pasar para seguir haciendo las cosas.*

-Pon esa mantequilla en los envoltorios de tela de allí. Voy a traer el hielo que recolecté del monte en la mañana para que no se arruine.

*Dije antes de salirme del taller para ir al establo donde dejaba la carreta.
El hielo no duraba mucho con el calor de la tarde, por eso lo tenía guardado en la sombra, cerca del riachuelo, envuelto en gruesas capas de heno seco. Eso lo hacía durar varios días.*

-Entonces solo te servire durante las horas de trabajo

*Le dije cuando finalmente se volteo y pude verla, quizá para ella lo que yo hacia no era nada, pero era lo mas que yo podía ofrecerle*

-Haré mejor mi trabajo, pero no cambiare de parecer.
Si tu preocupación es el dinero no dejare que lo gastes en mi que solo soy un peso para ti

*Aunque no lo admitiera era lo que dejaba ver y no iba a dejar que siguiera siendo asi, en cuanto pudiera caminar mejor haría las cosas como le decía.
Asentir con la cabeza y me acerque para hacer lo que me dijo, colocando la mantequilla en la tela y envolviendolo como hacia ella*

-

*La mire y rode los ojos*

-Como si sirvieras de mucho en cualquier lado...
Haz lo que quieras, ya no es problema mío

*dije saliendo. No se porque me molestaba en explicarle las cosas si al final ella terminaba haciendo todo lo contrario a lo que yo le decía.
Me preocupaba, pero si ella no quería cuidarse allá ella.
Yo ya no iba a intervenir en sus planes de matarse cualquier día de estos.*