Armería sin nombre

-Y si te toman por sorpresa?

*quien fuera que estuviera criando este niño, lo estaba preparando para una vida en Port Royal, o en España como campesino, no para una vida arriba de un barco, y menos para una isla como Dominica. Quizás no era una completa mala idea considerando de quien era hijo, pero no era compatible con el estilo de vida que llevaba*

-No deberías andar solo en esta isla

*resalte una vez lo obvio, tenía mucho para hablar con Tetra cuando llegara*

*Me rei cubriendome la boca*

-Nadie puede tomarme por sorpresa *Le dije riendo divertido con la idea. Nadie nunca me había tomado por sorpresa, incluso cuando lo habían intentado. No recordaba no haber notado a alguien acercandoseme con malas ntenciones y que yo no me diera cuenta.
Ahora, era diferente a que yo no supiera cómo reaccionar a su hostilidad.*

-Eso ya lo se. Por eso quería enclntrar a mi amiga, porque dijo que nos encontraríamos.

*Yo no lo había pensado, pero con todas esas malas sugestiones de el hombre comenzaba a pensar cosas malas también.*

-Crees que le pasó algo a ella y por eso no vino? *Pregunté con cierta preocupación. Aunque ella era fuerte y valiente como nadie, no quitaba que se hubiera podido meter en problemas. A veces uno no quería, pero esas cosas pasaban de todos modos.*

*me reí cuando sugirió que algo le hubiera pasado a Tetra*

-Estoy seguro de que está bien

*respondí con un poco de orgullo. Esa muchacha era más dura que todos los piratas que había visto llegar a esa isla, había sobrevivido a la madre del chico después de todo, y a mi tutoría. Que el hijo de Dannia fuera quien se preocupara por ella tenía mucha gracia considerando que había sido su madre la que había estado apunto de matarla más de una vez*

-Si ya viste todo lo que querías no hay razón para que sigas aquí, ve a dormir

*ordené apagando mi cigarro ya consumido en un plato con agua que tenía en una mesa contra el rincón, no era un lugar para dejar chispas sueltas*

-Aaah... yo también, creo.

*O al menos eso quería creer, porque de lo contrario no iba a poder descansar pensando en que le había pasado algo y además por mi culpa, porque no la había podido encontrar.
Di un par de saltitos para acercarme a él, mirandolo con curiosidad. Yo no tenía sueño, no entendía porqué quería que me fuera a dormir tan temprano.*

-Puedo ver más cosas por la mañana, cuando haya más luz? Porque ahora no se ve nada. *Pregunté tratando de notar sus facciones en la oscuridad. Parecía que daba miedo su cara, a primera vista, pero una vez que lo miraba bien, su mirada y sus expresiones, ya no parecía tan malo.*

-Vas a decirme tu nombre? *Le pregunté antes de caminar un par de pasos hacia la escalera, pero me detuve y volteé de nuevo a verlo, con las manos a la espalda.*

-Si te digo mi nokbre me dirás el tuyo?

-Si no te han venido a recoger para entonces...

*dudaba que Tetra tardara tanto en aparecer, no era como si la ciudad fuera tan grande y ya le había dejado el recado en la taberna. Pero tampoco me molestaba demasiado mostrarle las cosas al niño, además sentía casi tanta curiosidad con él, como él por la armería. Lo mire intentando ocultar la diversión cuando oí su pregunta, guardar secretos no se le daba*

-Puede ser

*ya sabía su nombre, al menos su apellido, pero me gustaría saber también su primer nombre*

-Aaah... pues no vendrá. Si no deja de llover seguramente Tetra no va a salir de donde se haya escondido. *Aseguré, divertido.
De todas las cosas que a ella le molestaban, la que más era mojarse con la lluvia copiosa.
Me reí traviesamente. No le iba a decir nada si no me aseguraba de recibir algo a cambio. Un "puede ser" no era convincente.*

-Aaaam.. y si lo adivinas? No es difícil. *No tenía sueño. Es más, como había dormido hasta poco antes de bajar del barco, tenía toda la energía que alguien normalmente tendría por la mañana.*

-yo adivino el tuyo.
Tu te llamas Pedro *Le dije con toda la seguridad del mundo en la voz*

-Puedes seguir hablando desde la cama

*ordené empujando ligeramente su espalda para que subiera por las escaleras pues estaba haciéndose el tonto para no hacer lo que le había dicho*

-Como tu digas

*conteste siguiendolo para que subiera de una vez a la habitación*

*Me giré y subí tan solo cuando él comenzo a venir detrás de mi y me sonreí con ilusión.*

-De verdad eres Pedro?

*Pregunté mirandolo hacia atrás, pero él siguió obligandome a subir.*

-Ahora tú adivina el mio!

-No

*respondí simplemente haciéndolo subir hasta llegar arriba y guiándolo hasta la habitación*

-Tu no adivinaste el mio

*le recordé con tranquilidad dejándolo en la puerta de la habitación y señalandole la cama*

-Es hora de dormir

-No? Mmmm...*Si no era pedro, entonces que?*

-Tienes cara de Pedro. *Insistí, obedeciendo para irme a sentar a la cama y mirarlo desde allí.*

-Si me dices tu nombre podemos ser amigos.* Balanceé los pies colgando de la orilla.*

-No quieres que seamos amigos?

-Te dije que no esta bien pedir información sin dar nada a cambio

*le recordé volviendo a sentarme en el suelo junto a la puerta, del lado de afuera*

-Si no han venido a buscarte para mañana al amanecer, tendrás que trabajar conmigo

*tenía que probar un par de armas y hacer una espada, y no iba a posponer el trabajo*

-Así que te recomiendo que duermas

-Pero si te doy algo. Mi nombre y mi amistad es suficiente, o no?

*yo creía que si, por eso no le ofrecí nada más.
Me sonreí entusiasmado con la idea de trabajar con el aquí.*

-Puedo trabajar contigo? Fabricaremos armaz?

*Di unas pataditas de emociónny luego me recosté pesadamente en la cama. Todo ppor la ilusión de trabajar en ese taller tan interesante,*

-Pero no me has dado tu nombre

*ya había comprobado que no era bueno guardando secretos pero se aferraba a su nombre*

-Y yo te ha dado bastante información a cambio, así que tu eres el que esta en deuda

*tendría que aprender que las cartas no iban a jugar siempre para él*

-Vas a trabajar conmigo para pagar tu estadía, la de hoy corre por mi cuenta

*le aclare pues no pensaba seguir manteniendolo de gratis*

-Información? Pero si no dices nada nunca.

*Me reí, porque en realidad no contestaba ninguna de mis preguntas desde que nos habíamos encontrado.*

-De acuerdo. Eso suena justo. Pero me tienes que decir como te llamas porque sino no se vale que yo te diga el mío.

*Ya me había dicho que si yo le daba mi nombre, él "puede" que me e el suyo. Eso no era confiable. Así que él tenía que darmelo primero.*

-Dejará de llover esta noche? O mañana? Porque tetra me dijo que iba a irse mañana a ver tortugas, o algo así.

*lo mire desde el marco de la puerta*

-No hace falta hablar para dar información

*independientemente de si los datos fueran correctos o no la información se la había dado. De hecho ambos estábamos a mano por el momento aunque él no hubiera dado la información conscientemente*

-Como sabes que mi nombre vale lo mismo que el tuyo?

*replique dando un bostezo*

-Te dije que no dieras información de tus amigos

*lo reprendí firmemente acomodándome contra la pared y cerrando los ojos, era muy seguro que aquella misma noche la tormenta desapareciera, casi nunca duraban de un día al otro, pero le había dicho que se había acabado la información y así era*

-Pues... no lo se.

*Contesté encogiendome de hombros. Es que acaso los nombres tenían valor?
Quizás por eso era que a henry no le gustaba que dieran el suyo, o el mío.
Lo miré extrañado.
No le había dado información de nadie, que yo supiera.*

-Vas a dormir temprano?
Tienes sueño porque eres grande. Los grandes siempre tienen sueño porque se cnsan más moviendo su cuerpo grande.

*Le dije, y al ver que no me contestaba salté de la cama para ir a la ventana, pero estaba muy alta y tuve que escalar la cama, y colgarme del alfeizar para poder mirar hacia afuera, apenas. La ventana estaba súper sucia.*

*había cerrado los ojos pero no por ello dejado de prestar atención, no era tan ingenuo para dejarlo sin supervisión dentro de mi taller. Lo escuche moverse por la habitación haciendo demasiado ruido para el tamaño que tenía. Entre en un sueño ligero, atento a ruidos poco familiares, tantos años en barcos te acostumbrabas a dormir como fuera y donde fuera, y a no relajarte demasiado o podías aparecer con un cuchillo en la garganta*

*Limpié con mi manga la suciedad de la ventana, por dentro.
Afuera todavía llovía, pero de todos modos abrí la ventana para sentir el fresco de afuera, sonriendo.
Me gustaba ver la noche y el cielo oscuro, aun cuando estuviera nublado, y parecia que la ciudad de ese lado era más tranquila, aunque podía escuchar el ruido del comercio nocturno a lo lejos.
El sonido de la lluvia me tranquilizaba, aunque esa tranquilidad era rota por un trueno de pronto, luego volvía la calma.*

*dormí todo el resto de la noche sin mayores problemas. Como un reloj desperté justo cuando el sol empezaba a asomar y ligeros rayos de luz penetraban por la ventana de la habitación, la tormenta había pasado y el sol brillaba sobre un cielo despejado. Me levante dando un bostezo y estirándome, dormir sentado no era tan malo como decían. Baje por las escaleras, y salí al patio donde había una gran olla de cobre con agujeros en la base descansando sobre una tabla de madera, con agua que había traído del lago el día anterior. Estaba sostenida sobre una estructura de troncos que permitía meterse debajo, aunque no aportaba ningún reparo, me desvestí y me metí debajo corriendo la tabla  para que el agua filtrara por los agujeros que le había hecho a la olla y cayera sobre mí, estaba helada por la tormenta de la noche anterior pero no era algo que me molestara. La cerré cuando lo considere apropiado y me seque con un trozo de tela gris que había sabido ser blanca en sus mejores días, antes de volver a vestirme y regresar adentro. Observe el agua en el fuego y le eche un montón de cereales para que fueran cocinándose. Volví a subir por las escaleras para buscar al chico*

*Como estaba tan tranquilo, pronto me dio sueño y me dormí sentado en el alfeizar, con las piernas colgando hacia afuera y el cuerpo reposado sobre el costado de esa ventana. El sonido de los truenos no pudo despertarme, ni los vítores de alegría de la gente ni los disparos que se oían en la distancia, ahogados por el sonido de la tormenta que azotó la ciudad durante unas horas entrada la noche, y luego desapareció tal como había llegado, pero tampoco eso provocó que mi sueño se perturbara.
A veces Henry decía que la mejor forma de despertarme era que todo quedara en silencio, pues el ruido me arrullaba en vez de molestarme, pues había nacido y crecido en un barco, donde jamás reinaba el silencio.
Llegó la madrugada y aun cuando el sol me dio en la cara no me desperté.*

*entre a la habitación para encontrarme con el niño durmiendo en la ventana, no tenía idea como no se había congelado considerando que las tormentas tropicales siempre traían vientos muy fríos. Avance hacia él y lo tome del chaleco para sacarlo de la ventana y ponerlo de pie*

-Arriba

*ordene soltándolo para que se sostuviera solo o se cayera sentado al piso*

*Tenía el sueño más pesado que un elefante, según Luan y muchas de las personas que me conocían. Sentí la molestia de que me movían del lugar donde estaba tan cómodo, de modo que emiti un reclamo tan silente como la voz de un ratón y ni mis piernas no cumplían su función estando dormido, de modo que cuando me vi sin apoyo de ningún tipo, nada más caí como un saco, pero no siquiera el golpe me despertaría.*

*ladee la cabeza al ver que ni aún el golpe lo había despertado. Con toda tranquilidad tome la jarra de agua que descansaba en la ventana y se la vacié en la cabeza*

*Me encogí sobre mi mismo con una expresión de molestia cuando sentí el frío mojarme la cabeza y me giré hacia el lado contrario, como si estuviera sobre una cama y haciendo un gesto como de arroparme con frazadas invisibles, continué durmiendo.*

*puse los ojos en blanco al ver que no le había provocado más que una ligera molestia y volví a tomarlo del chaleco. Baje con él las escaleras y lo llevé fuera. Tome una soga y la ate alrededor de sus tobillos antes de lanzar el otro extremo sobre una viga y levantarlo. Lo colgue a medio metro del suelo y lo deje allí, sin más compañia que sus propias respiraciones. Me regrese dentro y me serví un cuenco de gachas que endulce con miel, meditando en silencio*