Herboristeria

Tanto si eres medico y necesitas hierbas medicinales, o si solo buscas algo con que aliviar tu malestar este es el lugar indicado

*El resto del camino fuimos en silencio, lo cual a pesar de todo no era desagradable y daba mucho de que pensar.
Pronto llegamos al mercado y llegar a la herboristeria no fue difícil por lo cual me detuve frente a la puerta*

-Bien ya estamos aquí

*Le anuncie pues había ido unos pasos por delante de el*

*Caminamos por la calle principal y por en medio del mercado en silencio. No era mucho lo que se podía conversar en medio de las griterías y los olores a pastizal y tierra propios del mercado.
Salimos entonces por un costado y no demoramos mucho más en encontrar el letrero de hierro con el dibujo de una hoja, que colgaba de un edificio modesto, como todos los que rodeaban el centro del mercado.
Golpeé un par de veces la puerta.*

-Si no está, nos fregamos.
No pienso caminar todo ese camino de vuelta.

*Murmuré, volviendo a golpear.
Dentro escuché un par de pasos chillando en el piso de madera.*

-Como se ha vuelto flojo para caminar

*Comente mirandole de reojo y esperando escuchar ruidos adentro cuando toco la puerta*

-Que suerte tienen los holgazanes

*Dije a forma de broma quedandome en mi lugar hasta que alguien abrio la puerta*

-Ya quisiera ver cuánto caminas con una pierna rota.

*Contesté en un murmullo al escuchar que venía alguien quien pareció abrir la puerta y mirar brevemente antes de cerrar de nuevo.*

-...?

*Escuché otros pasos alejarse y volví a golpear.*

-Que diablos.

*Solo había venido a husmear? O que... *

*Sonrei de medio lado y mire la puerta al escuchar que la abrian, abri los ojos como platos al ver que la cerraban de inmediato, mire al medico y luego de nuevo la puerta*

-Creo que no quieren visitas

*Murmure apretando un poco la caja mientras esperaba que volvieran a abrir*

*Estaba adentro ocupadísima cuando escuché la puerta de entrada, así que mandé a mi hija a abrir.
Milcá solo tenía 5 años. Vino a avisarme corriendo que había dos personas en la puerta.*

-Y qué quieren? *Se encogió de hombros... así que me vi obligada a dejar lo que estaba haciendo, ponerme decente y salir a abrir la puerta.
Destrabé el pasador y abrí de lleno.*

-Si?

*Pregunté, viendo desde arriba a las dos personas paradas delante de mi puerta.*

-No... no es eso.

*Concluí unos segundos mas tarde, cuando escuché otros pasos diferentes, mas pesados y fuertes, de un adulto.*

-Buen día.
Busco al tendero.

*Dije como saludo, en un tono frío.
Comprobé mi teoría como cierta cuando vi, escondida y mirando desde detrás de las faldas de la mujer, una cabeza de niña de no mas de 5 años que se asomaba tímidamente. Cuando nuestras miradas se encontraron, simplemente se aferró a las ropas de su madre y se ocultó.*

-Mi nombre es Alexandriel Stiles, médico de tortuga.

*Hice una mueca pensativa, mirando la puerta con tranquilidad hasta que se abrí de nuevo la puerta. Sonreí al ver a la mujer aparecer y detrás de ella a una pequeña niña escuchando lo que decía Adriel en silencio*

-No está, algo mas?

*Estaba realmente en un apuro pues no podía dejar lo que estaba haciendo a medias por una visita sin sentido.*

-Bien, Stiles. Debe de estar buscando a mi primo, pero él no está hace una semana y no regresará hasta dentro de un mes. La tienda está cerrada y solo estoy fabricando los medicamentos regulares como me lo dejó indicado.
Si eso es todo, adiós.

*Hice un gesto como de cerrar la puerta.*

*Coloqué el bastón entre la puerta antes de que se cerrara.*

-Disculpe mi intromisión, pero realmente necesito hablar con el encargado. Y si en este momento es usted, es con usted con quien debo hablar.

*Dije con una sonrisa en mi rostro y sin embargo con una mirada intensa.*

-Podríamos pasar?...

*Mire sorprendida la actitud de la señorita pero solo me quede callada hasta que Adriel impidio que cerrara la puerta*

-Por favor, no tardaremos mucho

*Intervine con amabilidad esperando que de esa manera nos diera la oportunidad de hablar*

*Fruncí el ceño al chocar la puerta con algo y tras fijarme comprendí porqué. Saqué de un puntapié el bastón de ese sujeto y miré a la pequeña detrás de mí.*

-JoAnn, ve adentro.

*Le ordené y ella obedientemente corrió hacia las habitaciónes interiores de la casa.

-Está bien... adelante.
Espero que sea breve.

*Murmuré, dejandolos pasar y sosteniendo la puerta. Cuando ambos entraron, miré a ambos lados de la calle hacia afuera antes de cerrar rápidamente con el pasador.*

*Quité el bastón y esperé impaciente sin saber si nos concedería o no pasar.
Afortunadamente la respuesta fue positiva y entre a la casa haciendo una seña a Aerith de que ingresara conmigo, sin embargo un escalofrío recorrió mi espalda al ver que cerraba la puerta con seguro detrás de nosotros.
La casa tenía un intenso y aplastante olor a incienso, tratando de ocultar, seguramente, el aroma de la mezcla de plantas que utilizaba para los remedios.*

-Gracias

*Murmure al pasar a un lado de la mujer, me quede al lado de Adriel mire con curiosidad y en silencio la casa esperando a que la mujer nos guiara o dijera algo mas ademas encerrarnos junto con ella*

-Gracias de qué....
Mantengan sus manos alejadas de los muebles.

*Les dirigí una mirada fría y me di media vuelta para caminar por el pasillo angosto de la entrada hacia la primera puerta a la derecha, la sala de estar.
La casa entera, en general, era solo un largo pasillo con puertas a ambos lados, donde estaban diferentes habitaciónes.
La primera habitación de la izquierda era la tienda, sin embargo no estaba abierta y mi primo se había llevado la llave.*

-Adelante. Dígame que es lo que quiere.

*Exigí sin esperar a que entraran.*

*Ignoré el aparente mal humor de la mujer para pasar adelante a su sala de estar.*

-Pon la caja sobre la mesa.

*Le dije a Aerith, tomando asiento en uno de los sillónes exhalando un suspiro de alivio, pues ya me dolía la pierna de tanto caminar y estar de pie.*

-Me dijo antes que solo estaba fabricando las Medicinas regulares... cuáles son esas?

*Pregunté, sacando la llave de la caja de mi bolsillo*

-Por darnos la oportunidad de hablar

*murmure en respuesta a la mujer, mirandola atenta hasta que escuche a Adriel e hice lo que me pidio quedandome de pie a su lado por lo que llegara a necesitar*

*Rodé los ojos y cerré la puerta, yendo hacia donde estaban ellos.*

-Pues lo regular. Que se yo. Me dejó las medidas y yo solo las hago según las indicaciónes y las entrego a quien las venga a buscar.

*Me senté y me crucé de brazos.*

-No es como si el negocio fuera mi responsabilidad.
En fin. No me ha dicho lo que quiere.

*Fruncí el ceño.*

-Como podria hacer algo y entregarlo a la persona correcta si no sabe lo que es?

*Pregunté mirando a su rostro.
Estaba nerviosa, por alguna razón, y le molestaba nuestra presencia.
Sin embargo no le tendría ninguna consideración tal como ella no nos la había tenido a nosotros.*

-Venta de medicinas.
Como le mencioné antes, soy médico en Tortuga y vengo regularmente a esta isla a atender casos específicos de algunos pacientes.

*Tomé mi llave y abrí el cerrojo de la cada que Aerith había dejado sobre la mesita.*

-Algunos de esos pacientes van a necesitar sus medicinas durante unos dos meses y no tendré tiempo de venir aquí a entregarla, así que pensaba venderla a usted, para que la tuviera en sus existencias.
Es realmente un buen negocio, pues le aseguro que venderá todo esto en solo dos meses.

*No pretendía convencerla, sino solo exponer claramente mi objetivo. Era un negocio retroactivo. Ambos ganábamos con ello.
Abrí la tapa de la caja y le mostré la mercancía.*

-Qué me dice? Hacemos un negocio?

*En cuanto empezaron a hablar entre ellos sobre el asunto de las medicinas me dedique solo a observar yo no podia intervenir asi que solo esperaria a que se arreglara el asunto*

*Escuché atentamente sus palabras, aunque solo di un breve vistazo al interior de la caja cuando la abrió. Era bastante cantidad.*

-Eso depende del precio.

*Murmuré en respuesta, aún cruzada de brazos en la silla, mirandole sin impresión alguna.*

-Digamos, como primer pago, 80 doblones.
Luego de que vendas todo, al precio que te convenga, me facilitarás con el 20% de la venta total como pago final.

*Ofrecí, dejando la caja abierta para que viera por si misma la mercancía e imaginara las ganancias.*

*No tuve que pensar mucho en la oferta para denegarla.*

-Puedo darte 50 doblones como paga inicial y el 20% al final de la venta.
Y si no lo vendo todo en el plazo que dices de 2 meses, te daré solo el 10% de lo que haya vendido hasta entonces.

*Por sobre todo, debía buscar mi propia seguridad en esa clase de negocios ciegos.*

*Pude ver en sus ojos un brillo especial. Ella indudablemente disfrutaba de hacer negocios. Pero rebajar 30 doblones de una sola vez era algo que yo hacía a menudo también.*

-Que sean 60 y el 30% en dos meses.

*Contesté, inclinandome ligeramente hacia adelante*